12 abril, 2014

Los educadores son aquellos profesores que tienen a capacidad de transformar a las personas, ayudándoles a aprender y desarrollar habilidades, a comprometerse y a asumir el reto de cambiar para mejorar…” (Molinar y Velásquez,2004).

Los cambios producidos en la sociedad conllevan una modificación del rol de los docentes. Y en muchas ocasiones,  debemos desarrollar roles más próximos a  la psicología y la pedagogía que a las disciplinas  para las que fuimos preparados en la universidad (Matemáticas, Física, Lengua Castellana, etc.). La sociedad ha cambiado y por tanto nuestro papel en los centros educativos también, en relación a las nuevas competencias que precisa la formación como a las habilidades que debemos poner en marcha para salir airosos de las múltiples situaciones a las que nos debemos enfrentar.

Las Universidades  trabajan en la construcción  del denominado Espacio Europeo de Educación Superior. Tunning, proyecto internacional para establecer las diferentes enseñanzas, presenta un profesiograma que debería tener la profesión docente:

    1. Capacidades de tratamiento de la información. Los docentes debemos, además de disponer de unos conocimientos básicos sobre nuestro área de estudio, de habilidades informáticas básicas que nos permitan un buen manejo de las nuevas tecnologías y  de una capacidad importante de análisis y síntesis para manejar y sacar partido a  la gran cantidad de información que disponemos desplegando habilidad para la gestión de dicha información.
    2. Capacidades personales. Es importante desarrollar capacidades de aprendizaje, de crítica y autocrítica, de adaptación a nuevas situaciones, de generar nuevas ideas. Tenemos queanalizar, desde la autocrítica constructiva,  nuestra práctica docente para generalizar los aciertos y modificar aquellas actuaciones que no hayan producido resultados positivos (en ocasiones nos empeñamos en perpetuar  prácticas inadecuadas que no rentabilizan el tiempo y esfuerzo invertido, además de la desmotivación profesional y a posteriori, también personal que nos genera.

Como líderes de la gestión de un grupo, debemos ser hábiles en los procesos de toma de decisiones y de resolución de problemas.

También es importante diseñar y gestionar proyectos basados en una buena detección de las necesidades, una adecuada planificación de los objetivos  a conseguir y por supuesto, una  adecuada implementación del mismo. Para finalmente, autoevaluar para  generalizar los aprendizajes positivos o bien introducir los cambios necesarios.

El compromiso ético requiere una  actitud seria,  sensata, equilibrada y responsable con nuestra tarea. Debemos plantearnos estas cuestiones ¿estoy haciendo con  mi trabajo aquello que es mejor para mis alumnos?, ¿estoy contribuyendo al máximo desarrollo de todas sus potencialidades? ¿estoy siendo coherente entre lo que digo y aquello que practico? La integridad supone una alta autoestima, control y motivación personales, un profundo respeto por los derechos de las personas y una coherencia entre lo que decimos y opinamos y nuestras acciones.

Capacidades relacionales. En el nuevo contexto de nuestros centros, donde hay una incidencia de distintos profesionales, una gran diversidad del alumnado y una necesidad cada vez  mayor de participación de las familias,  se precisan una serie de habilidades interpersonales, capacidad para trabajo en grupo, liderazgo, capacidad para trabajar en un equipo interdisciplinario. Y un docente que entiende la diversidad de las aulas como  una riqueza y no como un obstáculo,  enseña a valorar las diferencias y las pluralidades de los distintos grupos humanos con curiosidad e interés y acepte la democracia desde su esencia, y entienda que la educación es un proceso básicamente social, en una escuela Integrada y coherente, respetuosa y solidaria.

Hay autores que señalan como competencias profesionales  imprescindibles:

    • La pasión por investigar e innovar.
    • Su potencial como buenos comunicadores y buenos oyentes.
    • Su capacidad para elegir y crear las mejores estrategias que ayuden al grupo y a cada alumno a encontrar la forma de comprender y comprenderse mejor.
    • Estar preparados para enseñar sobre la vida y el mundo a los futuros ciudadano.

Entre todas estas competencias, destacaría el liderazgo como aquella que ostenta el máximo nivel ya que permite al docente ser competente para motivar, dirigir y organizar el grupo. La capacidad de liderazgo sobre los demás, sobre nuestros alumnos, sobre nuestros compañeros profesores, incluso sobre nuestra familia, amigos y sociedad que nos rodea, es el resultado de un liderazgo personal y social. Me gustaría reseñar la definición que plantea Pareja del término liderazgo como “la función de dinamización de un grupo o de una organización para generar su propio crecimiento en función de una misión o proyecto compartido” (Pareja, 2005).

Podemos diferenciar dos tipos de liderazgo:

    • El liderazgo personal o afectivo, centrado en la gestión de las emociones/sentimientos propios y de los demás, y en su interrelación. Quizás, éste el que menos se enseña en la Universidad pero lo cierto es que sin él, la práctica docente puede  resultar difícil. Este liderazgo es una competencia que requiere de las siguientes habilidades y capacidades: confianza;  entusiasmo;  creatividad;  capacidad para el cambio, el diálogo y el trabajo en equipo y  proactividad (actitud  para tomar la iniciativa e intentar resolver los problemas antes de que éstos puedan aparecer y también, altas expectativas sobre los alumnos).
    • El liderazgo pedagógico o afectivo (centrado en la tarea) implica manejar con eficiencia los principios y técnicas más actualizados de las ciencias de la educación. Y además, la capacidad de participar en la organización interna del centro; de motivar el aprendizaje de competencias desde la práctica, el análisis de la vida diaria, la participación en proyectos y el manejo en metodologías activas (está comprobado como los docentes que aplican este tipo de metodologías consiguen el liderazgo con mayor facilidad además de enseñar competencias por encima de conocimientos) y la implicación que supone sentir el centro como algo tuyo.

La tarea docente supone por tanto, el ejercicio de un liderazgo sobre un grupo de personas que se están formando, aspecto que debemos tener siempre presente.