3 marzo, 2013

Esta semana he tenido la oportunidad de hablar de educación, educación pública y de igualdad de oportunidades en una audiencia con Doña Letizia, la Princesa de Asturias. Bien informada y, sobre todo, preocupada por la educación en general, desea un pacto de estado que no llega, que nuestros jóvenes sepan hablar en público, dominen el inglés y potencien su creatividad. No sé, creo que no vamos en esta dirección, aunque sé gracias a mis alumnos que esta es la generación, con diferencia, más preparada. Aunque después nos reprochan burlonamente que, “profe, todo lo que nos decís y ningún presidente habla inglés, ni habla bien en público y no tiene pizca de imaginación para solventar nuestros problemas”. Bueno, nada, mordacidad adolescente.

Pero quizás las causas van por otro lado. La lucha contra el paro y la corrupción son las principales preocupaciones de los ciudadanos en las últimas encuestas del CIS. Pues bien, podemos seguir así durante encuestas, años, lustros, décadas y creo que siglos, mientras no demos la vuelta a la tortilla y la primera preocupación pase a ser definitivamente la educación. Si no estamos educados seguirá habiendo escasa formación y mucho paro y, sobre todo, si hay mucho no educado brillaremos en la cabeza de los informes de países corruptos que emite Transparencia Internacional.

Pienso que la educación es el único motor de mejora social y, sí, también de ascenso social. Aunque estas ideas puedan parecer decimonónicas, creo sinceramente que no. Siempre nos queda dejar a nuestro hijo en un bosque o darle dos únicos años de escolarización y ver qué tal nos funciona el experimento. 

Creo que es muy peligroso “derivar” a jóvenes problemáticos con 12, 13, 14 años de edad hacia otras vías más cómodas para el sistema, pero menos integradoras con ellos mismos. Un joven sin posibilidades de mejora (por decreto legislativo) y sin expectativas de futuro (por contexto socio-económico) es muy peligroso. Los llamados ni-nis, que ni estudian ni trabajan, unos supuestamente porque “no les da la gana” y otros muchos porque el sistema así lo favorece, tienen difícil medrar con una solución ambiciosa y generosa para consigo mismos y la sociedad. Y claro, algún modo será el modo de vivir y subsistir y quien más fácil lo ponga, pues con aquellos se irá. Los amigos del barrio, otros compañeros frustrados, un videojuego, información distorsionada, una banda y la acción… Y después vemos en los medios de comunicación episodios de violencia gratuita a cargo de grupos de jóvenes, vandalismo callejero, inadaptación social,  amenazas en casa, incapacidad para aceptar la frustración, la “impunidad” en las redes sociales, iniciación en el consumo de tabaco, drogas y alcohol a edades tempranas… Quizás tenemos ante nosotros un cúmulo de factores, tales como la desatención escolar, vías rápidas de “desintegración” educativa, carencias afectivas,  la falta de valores, la anulación de virtudes y talentos y todo ahondado por la crisis económica y la pérdida de expectativas de futuro. ¿Es alguien irrecuperable por decreto legislativo o por contexto socio-económico? No, creo que no. Quizás soy un poco optimista (o un mucho), pero he podido comprobar que es posible romper esas dinámicas.

El diccionario de la lengua de la Real Academia Española define integrar del siguiente modo:

(Del lat. integrāre).

1. tr. Dicho de las partes: constituir un todo.

2. tr. Completar un todo con las partes que faltaban.

3. tr. Hacer que alguien o algo pase a formar parte de un todo. U. t. c. prnl.

4. tr. comprender (‖ contener). La coalición ganadora integraba liberales y socialistas.

5. tr. Aunar, fusionar dos o más conceptos, corrientes, etc., divergentes entre sí, en una sola que las sintetice. El nuevo enfoque integra las dos teorías anteriores.

6. tr. Mat. Determinar por el cálculo una expresión a partir de otra que representa su derivada.

Trabajo en una zona socialmente deprimida que ahora se está volviendo de exclusión social. Si uno empuja a diario en una dirección integradora que estimula la autoestima, la autonomía, la creatividad, las virtudes personales y los talentos ocultos, qué debemos hacer cuando un alumno te pregunta, “¿y total profe para qué?” La prevención ante la “desintegración” educativa, ¿por qué pasa? No lo sé, utópico sería un pacto de estado, enviar a los mejores profesores a los sitios peores, cambiar las dinámicas alumno-familia-centro educativo, equipos directivos motivadores y poner la educación en primer lugar (en prioridades, preocupaciones, PIB e inversión)… Muchos de nuestros alumnos (que cada uno le ponga nombre y apellidos), no parten de cero, parten de menos treinta. Indistinto es la acepción de integrar que escojamos. Si no encuentran ese esfuerzo integrador, no hay igualdad de oportunidades. Si no hay igualdad de oportunidades, no hay justicia social. Si no hay justicia social hay desesperanza y angustia. Si hay desesperanza y angustia hay malestar social. Si hay malestar social que cada uno concluya la frase.

No sé, socarronamente, termino por hoy: las profesiones con más “futuro” en nuestro país serán las de policía, funcionario de prisiones, fiscal y juez. Al extranjero seguiremos enviando a nuestros mejores jóvenes investigadores, arquitectos, médicos, ingenieros, enfermeros, artistas, empresarios… que los tenemos y los tendremos a millares. ¿Por qué? Porque los dos pilares de nuestra sociedad son la familia y la escuela (y la suma de cientos de miles de esfuerzos individuales), y no el dinero y la banca.