18 marzo, 2013

En estos días he estado participando en varios foros y encuentros que abordan el tema de la participación, de la creación de espacios en los centros donde se motive la participación social. Creo que la participación social es uno de los pilares fundamentales para la tarea que tenemos o nos marcamos de transformar esta sociedad hacia pautas más solidarias y comunitarias.  Los procesos de participación de cualquier tipo construyen a la persona, nos sacan del “mí” y nos ponen en la órbita del “nosotros”.  Alentar la participación infantil positiva y activa es condición necesaria para que estos peques, en un futuro, se “hagan cargo” de este mundo en el que vivimos. 

Propuesta de participación

La actual situación económica y el oído sordo de una grandísima parte de la clase política hacia lo que la ciudadanía manifiesta, están conformando una sociedad distinta por completo del modelo anterior.  Sociedad distinta no sólo por el horizonte dibujado en el colapso económico;  sino por la pérdida de la confianza en las posibilidades de lo colectivo. Los procesos de participación rompen esta dinámica. Ya lo hemos visto en incontables ocasiones en estos últimos años.

La participación, el octavo peldaño de la escalera de Hart,  no es un fin en sí mismo, tiene el valor de ser un medio, una mediación, en nuestra perspectiva para el crecimiento personal. Es ingrediente fundamental para el aprendizaje de la ciudadanía y la construcción de la democracia.

Mantengo la tesis que los procesos participativos que se desarrollan en las escuelas son necesarios para el crecimiento personal del alumnado. La persona se construye en la medida que participa, toma decisiones, se hace cargo de la realidad, genera sinergias con las personas que le rodean… Esto lo podíamos resumir en las conocidas “5Cs”

  • Carácter: Participar permite adquirir un sentido de responsabilidad siendo capaz de afrontar situaciones adversas. Los procesos de participación dan una madurez y equilibrio personal, capacidad creativa, motivación basada en opciones profundas y asumidas, competencia interpersonal para establecer relaciones auténticas, positivas y funcionales con las otras personas.

  • Confianza: Se desarrolla un sentido de autoestima basada en su capacidad de hacer elecciones y tomar la iniciativa. Crecemos sin somos capaces de esperar. Esperamos si nos sentimos seguros. Nos sentimos seguros si estamos involucrados y convocados a ser parte activa de los procesos.

  • Conexión: Frente al “sálvese quien pueda”, la participación propone a los “peques” un sentido positivo de pertenencia a la comunidad sintiéndose parte activa de la misma.

  • Competencia: Se desarrollan habilidades para el trabajo en grupo, negociación, resolución de conflictos…

  • Contribución: Los procesos participativos llevan a estos alumnos a desarrollar una mentalidad cívica, donde contribuyen con su tiempo, ideas y talentos para mejorar sus comunidades.

Qué genial sería si el Proyecto Educativo de los centros recogiera este sentir de forma que se convirtiera en espina dorsal, que pudiera ser trabajado desde las tutorías, que se trasladara a las familias… en definitiva que se convirtiera en eje primario del quehacer educativo.