3 febrero, 2014

Soy Silvina Martínez Viscio y, a partir de esta semana, seré colaboradora del blog de Integración, interculturalidad y atención a la diversidad.

En primer lugar, mi gratitud a  Acción Magistral por la posibilidad que me ofrece de contribuir, con mi granito de arena, a esta prestigiosa web. No cabe dudas de que en ella se refleja su fidelidad y compromiso con la calidad educativa y con la búsqueda permanente de ideas innovadoras, recursos y  actividades, desde Educación Infantil hasta Educación Secundaria.

Mi camino en Educación Infantil, comenzó hace un tiempo considerable. A los veintiún años, ya estaba pisando las aulas de las escuelas en Argentina. Muchos y diversos fueron los espacios recorridos: aulas rurales, urbanas, con exclusión social, etc., que me han permitido enriquecer no solo mi experiencia profesional, sino también la personal. Una vez establecida en España, en la Comunidad Valenciana, retomé mi camino educativo y sigo incorporando conocimientos y vivencias. Como profesional, es para mí fundamental cohesionar la teoría con la práctica, y me hago eco del pensamiento de Platón: «El que aprende y aprende  y no practica lo que sabe, es como el que ara y ara y no siembra». Y en tantas aulas diferentes, pude apreciar la importancia que tiene la creación del vínculo afectivo, el desarrollo emocional, y el respeto al alumno o alumna. Los espacios pueden ser diferentes, situados en distintos continentes, pero las emociones se repiten una y otra vez.Hace unos veinte años, un episodio con un alumno de la clase de cinco de una escuela rural provocó en mí una inquietud que abrió un horizonte nuevo en mis perspectivas educativas: ¿Puede el estado emocional de un alumno marcar sus resultados académicos y, yendo más lejos aún, su futura vida personal y social? La respuesta la obtuve un par de años después, cuando llegaron a mis manos el libro Inteligencia Emocional de Daniel Goleman, y las teorías de  los doctores Peter Salovey y John Mayer. A partir de entonces, mi labor docente se orientó a cumplir los requisitos curriculares formales, y a trabajar de forma constante y transversal, todos los aspectos de la educación emocional, la cual recorre caminos paralelos a la integración, la interculturalidad y la atención a la diversidad.

La necesidad de afecto, de comprensión, de ser escuchados, es inherente a nuestra condición humana y, en las edades con las cuales siempre he trabajado, puedo asegurarlo, es de vital importancia. Para ellos, ellas y para mí. Bajo esa consigna,  surgió en mí la necesidad de dar un cambio a mi actuación docente, dejando de lado la premura por alcanzar objetivos y contenidos y priorizando, ante todo, la cohesión del grupo, el reconocimiento de unos y otros, el aprendizaje de la escucha activa y la expresión de las emociones. La experiencia me indica que con perseverancia, el cumplimiento de los objetivos llega, pero sin prisa.

Paralelamente a este cambio personal, comencé a advertir que, en el mundo educativo, hay una gran revolución gracias a la obra ya citada de Daniel Goleman. .Así doy comienzo a un camino de nuevas lecturas, propuestas e investigaciones que dan más fuerza a mi proyección docente.

Del mismo modo, surge también la necesidad de compartir  e intercambiar experiencias, de crear espacios de conexión virtual,  y nace  mi blog Por el camino de las emociones. Este nuevo horizonte, que día a día se va ensanchando, me permitió conocer eventos educativos tan importantes como el que llevó a cabo Acción Magistral el pasado  mes septiembre de 2013. En esa oportunidad, di a conocer mi proyecto, y expresé la necesidad de que se haga extensivo a otros docentes de diferentes puntos geográficos de España.

Pero, volvamos al principio. Mis entradas en esta web versarán sobre los apartados que he mencionado. Considero que temas tan mentados en los últimos años, como la integración, la interculturalidad y la atención a la diversidad están en relación directa con el  abordaje de la educación emocional. Los siguientes son algunos de mis  planteamientos:

No se puede integrar sin siquiera pensar en la importancia que tiene la carga emocional de nuestros alumnos y alumnas.

La interculturalidad debe interpretarse como un proceso de comunicación e interacción que comprende, entre otros, la escucha activa y la empatía. Ambos  aspectos  sustanciales  de la Inteligencia Emocional.

La atención a la diversidad debe traspasar las puertas del aula y del centro educativo. Los proyectos plasmados en papeles no deben convertirse en una mera actividad burocrática, sin ninguna proyección en el mundo educativo o, que por ser demasiado ambiciosa, no sea efectiva.

Espero, con mi aportación bloguera, ofrecer un espacio de reflexión para que entre todos construyamos no solo una educación mejor, sino un mundo mejor. Porque ya nos lo decía el ilustre  Nelson Mandela “La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”.