13 marzo, 2014

¿Te aqueja alguno de los siguientes síntomas? Astenia primaveral, incómoda alergia a las gramíneas, falta o decaimiento de fuerzas, apatía general, carencia de ilusión, fatiga física, ausencia de iniciativa, síndrome del “profe” quemado, desengaño personal, escasez de perspectivas, recursos docentes en extinción, espíritu agotado, mengua de reconocimiento profesional, carestía de ideas, sensibilidad extremada, reticencias y dudas cotidianas…

Seguramente, sí. Todos en algún momento hemos pasado por algunos de ellos. Vamos a proponer un remedio sorprendente, un chute positivo de esperanza, ilusión y, sobre todo, la transmisión de una pasión desbocada contagiosa, un subidón de optimismo desmesurado por increíble, generoso y desbordante en niños y jóvenes estudiantes, las familias que les rodean y los maestros que les guían. ¿Dónde, cuándo, cómo es posible algo tan “milagroso”?

Un recurso para todos… alumnos, familias y profesores… especialmente para aumentar los glóbulos de auto-motivación y para volver a creer en el extraordinario efecto que produce la educación en el ser humano.

Actualmente, existe un lugar en el mundo con un sistema de unos 285 núcleos educativos repartidos por las zonas marginales de ciudades y pueblos, que atienden a 400.000 niños, niñas, adolescentes y jóvenes. ¿Qué hacen? Se enseña música de forma gratuita y se reparten los instrumentos. ¿Por qué? Para evitar que esos niños se vean abocados a la exclusión social y a la marginalidad. ¿Cómo se hace? A través de una red de orquestas infantiles y juveniles, trabajando en equipo, haciendo responsables a cada participante del correcto funcionamiento del grupo, fomentando su éxito y favoreciendo a la orquesta como motor de transformación social. ¿Algún ejemplo? Orquestas con instrumentos de papel, coros de niños sordo-mudos o bien una orquesta sinfónica convencional pero con 200 miembros de 8 añitos. ¿Qué finalidad tienen? La integración total y la atención a la diversidad de todos los niños y jóvenes del entorno. ¿Quién paga? El Estado. ¿Llevan mucho tiempo? Suman 39 años de trayectoria. ¿Y esto se ha reconocido? Sí, con numerosos galardones internacionales, tales como el Premio Príncipe de Asturias de las Artes en 2008. ¿Y el futuro? Están trabajando por la inclusión de otro millón de niños.

¿Qué es? Es el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela. Conocido simplemente como “El sistema”, fue concebido y fundado en 1975 por el maestro y músico venezolano José Antonio Abreu “para sistematizar la instrucción y la práctica colectiva e individual de la música a través de orquestas sinfónicas y coros, como instrumentos de organización social y de desarrollo humanístico. Este modelo pedagógico, artístico y social, que ha alcanzado relevancia en el mundo entero, constituye el programa de responsabilidad social de mayor impacto en la historia de Venezuela” (tal y como reza su página web).

Si se dispone de 1 hora y 12 minutos se recomienda visualizar el documental sobre “El sistema” titulado Tocar y luchar, del director Alberto Arvelo, donde se descubre este método educativo para niños, que tiene a la música como la vía principal para evitar la exclusión social y favorecer el desarrollo humano e intelectual. Al terminar de verlo, podemos garantizar satisfacción interior, euforia para seguir adelante o lágrimas de emoción. Podemos decir que es un ejemplo claro para volver a creer en el ser humano, con pasión, entusiasmo, optimismo y futuro.

Si la curiosidad aumenta, existe la posibilidad de ampliar recursos con otra película documental (duración 1 hora y 40 miutos) sobre este exitoso método titulada El sistema, de Paul Smaczny y Maria StodtMeier. Y, finalmente, para más información sobre “El sistema”, objetivos, actividades, grandes artistas venezolanos actuando por todo el mundo, un twitter muy activo, fotografías… esta es su página web oficial: http://fundamusical.org.ve/