18 mayo, 2014

Power Poetry

Dicen que la poesía no sirve para mucho, pero, por suerte, eso no es lo que pensaba Roland Legardi-Laura, que con el proyecto Power Poetry, ha organizado una gigantesca red de poesía online para los jóvenes de Estados Unidos. 
Con el objetivo de luchar contra el gran absentismo que se estaba produciendo en colegios e institutos, así como con el poco interés que ponían los alumnos en los estudios que realizaban, se le ocurrió que esos pequeños poemas que compartían en sus teléfonos móviles se podían convertir en el motor del cambio. Dos años después más de 100.000 poetas están llenando su red de palabras, están protestando, mejorando, alzando la voz para cambiar las cosas. Sólo dos años después ya hay becas y ayudas, y un colectivo de personas que han hecho de la palabra poética una herramienta para la comunicación, el entusiasmo y la crítica.

La democracia se sustenta sobre la voz de todos sus miembros, se basa en la comprensión efectiva de las normas. Si no somos capaces de desarrollar nuestras propias ideas, si nuestra educación no nos da las herramientas para poder intervenir en la sociedad, entonces la sociedad nos está excluyendo. Este punto de partida está en la base de todos los proyectos educativos que han hecho de la palabra la herramienta para el cambio, pero si éste me parece particularmente destacable es porque ha sabido unir todos los cabos para decir lo más básico, lo más evidente y lo más cierto. Las personas necesitamos comunicarnos, y si hay un momento mágico para la poesía es la adolescencia. Si conseguimos que todos esos jóvenes puedan compartir sus universos personales, les estaremos dando voz propia. Da igual que sea en una red social, en un móvil o en una hoja de papel. Lo importante es que sean capaces de comunicar lo que sienten, lo que piensan y comenzar a compartir ideas propias.

Sin un uso adecuado de la palabra no hay posibilidad de organizar el pensamiento, ni de comunicar los sentimientos, ni de poner en marcha cambios a partir del diálogo. Cuando nuestros centros educativos no son capaces de evitar el absentismo, ni de dar respuesta a miles de estudiantes que se sienten excluidos, nuestra democracia y nuestra sociedad se resienten. Necesitamos ideas que activen el entusiasmo en nuestros estudiantes. Y quizá darles voz sea lo más inteligente que podemos hacer.

“Si no aprendes a escribir tu propia historia, alguien más la escribirá por ti”

Con esta sencilla frase los responsables de este proyecto llevan la urgencia de la educación a los adolescentes. Con esta sencilla frase hacen comprender a miles de alumnos la importancia de poder comunicar, de poder formar parte. Y quizá lo que más nos llame la atención es su propia definición de poesía. Hablan de belleza, pero también hablan de herramienta de transformación, de herramienta para la acción política. Cuando lees algunos de los textos que forman parte de su web, te da la sensación de estar escuchando otra vez a Allen Ginsberg, a Jack Kerouac, a poetas y escritores que todavía creían, como hicieron los románticos un siglo antes, que la palabra puede cambiar el mundo.

Las slams (o competiciones) poéticas, donde se mezcla la poesía con el ingenio, el ritmo y la oratoria, hacen que sean capaces de perder el miedo a hablar en público, para poner en marcha su propuesta encima de un escenario, escuchar su propia voz y formar parte de un espacio en el que los demás también les oyen.

He asistido a slams poéticas también en España y es magnífico ver cómo la poesía, la vieja poesía, no deja de reinventarse en las voces más jóvenes. Cada vez que un poeta de 16 años se sube a un escenario, con todos sus miedos, para decir sus versos, hay una voz que ya se ha vuelto propia. Hay una persona que podrá utilizar la palabra en público para defender sus  ideas, para comunicar sus sentimientos, y para invitar a los demás a participar con ellos. Y en esta participación compartida está la base de nuestra sociedad, de nuestra democracia.  La comunicación que nos hace construir el futuro de forma dialogada entre todos.

Ahora que hablamos de la tecnología en la educación, no nos olvidemos de esto. Podemos utilizar un teléfono móvil, una tableta, un ordenador, pero de poco nos va a servir toda la innovación que estamos construyendo, si nos olvidamos de despertar en nuestros estudiantes el gusto por la palabra, por la comunicación, por la participación.

Ya los griegos decían que la poesía era eterna. Seguro que se sorprenderían menos que nosotros, de que los jóvenes del Siglo XXI llenaran las redes sociales con sus versos. De que la poesía, convertida en destello eléctrico, siguiera manteniendo la llama de la comunicación, de la pasión, de la inteligencia.