28 enero, 2015

Desde que cambiamos el tipo de jornada en nuestra escuela el almuerzo de media mañana ha pasado de ser algo opcional que solo unos pocos realizaban a ser una practica generalizada, todos los niños y niñas traen algo para pasar la mañana desde el desayuno hasta la comida. Desde el curso pasado participamos en un proyecto de reciclaje con otros centros y unas de las conclsuiones a las que hemos llegado es que que generamos muchísimos residuos en el contenedor amarillo y pocos del resto de residuos, y eso que las familias pueden contribuir con residuos domésticos como el aceite, las pilas o bombillas.

Resulta paradójico que a pesar de nuestros esfuerzos a través de notas informativas, talleres y proyectos nuestros recreos estén llenos de plástico … es es la principal fuente de la gran cantidad de envases que recogemos; los almuerzos en la escuela son casi siempre productos elaborados que vienen envueltos, siendo en un inmensa mayoría chocolates y productos de bollería industrial.

A pesar de estar situados en un entorno eminentemente rural la implantación de una gran empresa de distribución alimentaria en nuestro entorno esté cambiando nuestros hábitos en tan poco tiempo; hemos pasado del tradicional bocadillo o algo de fruta a productos elaborados y de bajo precio, como os podéis imaginar la predilección de los niños por estos productos es evidente.

¿Por qué este cambio? Creo que no somos conscientes del efecto de los alimentos “baratos” que se nos ofertan. Es obvio que es más barato poner un zumo, un yogur bebible y un paquete de galletas que dedicar un tiempo a preparar el almuerzo, rápido y barato, estamos cayendo sin quererlo en almuerzos basura, si me permitís la expresión.

¿Quiere decir esto que nuestras familias no quieran una buena alimentación? Por supuesto que no, están preocupados e interesados pero la comodidad y la rapidez nos vence. Lo inmediato, la satisfacción del niño con el que no tenemos que negociar ni discutir a la hora de preparar el almuerzo … la comodidad en definitiva puede más que una elección correcta y sana.

Nos dejamos llevar con mucha facilidad, olvidamos que educar cuesta, no es un proceso inmediato requiere tiempo, paciencia y constancia.

¿Qué podemos hacer desde la escuela? Nosotros nos hemos propuesto ir cambiando poco a poco y de manera progresiva esta tendencia. Comenzamos creando nuevos hábitos desde infantil al proponer que cada día el almuerzo sea comunitario; esto significa que compartimos mesa y mantel a partir de una pauta común. Las familias se implican en traer a la escuela un almuerzo saludable para todos los niños de la clase … unos días es yogur, otros es un bocadillo o frutas de temporada.

Desde la variedad pretendemos estimular el conocimiento de diferentes sabores en el paladar de nuestros alumnos, y al mismo tiempo, descubrirles a ellos y a sus familias otras opciones más sanas y adecuadas.

Poco a poco va calando la propuesta y vamos avanzando, nuestro próximo objetivo son los cumpleaños, vamos a intentar sustituir lo industrial por un dulce casero que implique al cumpleañero en su elaboración, así podremos conectar muchos aprendizajes y los ámbitos de la escuela y la casa que no siempre están conectados adecuadamente.

Estamos al principio del camino, al final del curso veremos si la propuesta tiene éxito y podemos consolidarla sin ser nosotros los que veamos su necesidad, el fin último es promover el cambio en las familias y que sus actuaciones en el ámbito de la alimentación, y en general de la salud de sus hijos, se rija por sus propios criterios y no por las opciones de la comodidad o el desconocimiento … veremos.