20 febrero, 2015

Fotografía en www.ideal.es

Hablemos de recetas, pero no de las del tipo “nota que comprende aquello de que debe componerse algo, y el modo de hacerlo” (como una receta de cocina). No. Hagámoslo de recetas, de lo que coloquialmente se entiende por “memoria de cosas que se piden” (acepción en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua) y apliquémoslo a la educación. Sí, algo así como una receta educativa.

No hay recetas mágicas ni soluciones simples

Se pueden tirar montañas de dinero en un sitio a ver si las piedras se convierten en diamantes. Y no… claro. Se pueden diezmar los presupuestos educativos y construir autopistas, pero aumentará exponencialmente el número de accidentes y fallecidos. Y no… claro. Cualquier cuestión educativa requiere tiempo, plazos largos. De hecho, se dice que para convertirse en experto en algo se necesitan 10.000 horas de dedicación. Ni en tres años se domina un idioma extranjero, ni en cinco años se puede decir que una “asignatura” no funciona ni en siete años es posible confirmar que un sistema universitario esté anquilosado. Cosas. Toda la sociedad, toda, debe ser coherente y estar enfocada hacia un mismo sitio. Entonces, solo entonces, y después de pongamos dos décadas remando en la misma dirección y con presupuestos lógicos y fecundos, se conseguirán mejoras y avances significativos.

Respetar a los profesores

Los buenos maestros son la esencia para una educación de alta calidad. Sí, escribimos alta calidad y no calidad “a secas”. Buscarlos, mantenerlos y retenerlos no solo es una cuestión de buenos salarios (que en parte lo es), sino también de reconocimiento de su valía profesional y de diseñar una carrera docente.

El entorno cultural

Si los valores y los modelos culturales en los que vivimos fomentan la desigualdad y la pobreza o se ensalza lo chusco y lo hortera (investigad en internet qué ha sido lo más buscado el año pasado: “personajes”, “términos”… y os sorprenderéis… o no) lo que hagamos en la escuela se resentirá. Un maestro puede dar 6 horas de clase. La sociedad las restantes 18 del día y eso, indefectiblemente, suma o resta, no hay término medio.

Los padres en el proceso educativo

Ni son enemigos ni son “salvadores de la patria”. Los padres deben tener información y así podrán tener opinión. Desde asistir a una sesión de tutoría (padres, hijo y tutor en simultánea charla constructiva), leer planes de estudio, ayudar a escoger centro, interesarse por optativas o conocerse los derechos y deberes de la ley educativa vigente y exigir. Así, todos seguiremos bogando en la misma dirección.

Educar para mañana, no solo para hoy

“Lasprofesiones más demandadas actualmente”… anuncia un titular de prensa, pues ni se te ocurra, porque mañana hará falta otra cosa. Las capacidades que necesitaban nuestros abuelos para trabajar no son las mismas que necesitamos nosotros hoy, ni un médico de 2015 opera con los mismos artilugios que tenía Santiago Ramón y Cajal cuando le dieron el Premio Nobel de Medicina en 1906. Consideremos pues las habilidades futuras y enseñemos en consecuencia.

El progreso moral y educativo de una sociedad viene de la insatisfacción ante el funcionamiento de las cosas. Como ahora mismo. Jean-Jacques Rousseau escribió en El contrato social (1762) que una democracia debe asentarse en una sociedad lo más homogénea posible, para que todos intenten empujar en la misma dirección porque las desigualdades desaniman. Tenéis muchas más recetas educativas en el informe The Learning curve.