8 marzo, 2015

Agregaría al título del post, que hoy, y todos los días son el día de la mujer. Pero, según el calendario, el 8 de marzo es el Día Internacional y es un día de portadas alusivas de periódicos, de webs que regalan palabras bonitas y homenajean a la mujer.

Atrás han quedado las luchas que, ya en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres socialistas reunidas en Copenhague, reclamaban el sufragio universal para todas. En aquel momento, Clara Zetkin, propuso el 8 de marzo como el Día Internacional del a Mujer Trabajadora. Ya se reclamaba promover la igualdad de derechos, peticiones respaldada también por mujeres que dejaron una huella en la historia y fueron pioneras de lucha, como Rosa Luxemburgo, entre otras . Muchos años y luchas incesantes y en el año “2010 se celebró el Centenario del Día Internacional de la Mujer. También comenzó a operar la Entidad de la ONU para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer, conocida como ONU Mujeres”.

Precisamente la portada de la web de la ONU, hace mención a este día especial y su lema expresa “Empoderando a las Mujeres, empoderando a la Humanidad: ¡Imagínalo!” Y allí se puede leer que En 2015, el Día Internacional de la Mujer destaca la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing Documento PDF, un plan histórico firmado por 189 gobiernos hace veinte años para materializar los derechos de las mujeres. Si bien los logros han sido muchos desde entonces, las brechas que persisten son muchas y profundas.

Estas noticias hablan de cómo está el panorama actual con respecto a la lucha iniciada en aquellos lejanos años, y que no ha cesado ni un momento. Pero ¿y la lucha diaria que realizan (realizamos) todas aquellas mujeres que están a nuestro lado: madres, hermanas, compañeras de profesión, hijas, vecinas, abuelas…? Es una batalla silenciosa, que no aparece en los medios de comunicación, pero es constante, esforzada y tiene un valor incalculable para las personas cercanas. Además de mis afectos más cercanos, como mi madre, gran educadora familiar, la mayor parte del tiempo estoy rodeada de colegas mujeres. El colectivo docente está conformado por un porcentaje elevado de mujeres. Aquí quisiera destacar, que cuando coincido con “compañeros maestros”, es un placer también compartir el trabajo diario con ellos, porque, sin duda alguna, tienen un enfoque diferente y una practicidad a la hora de resolver los problemas que me asombra y me encanta (¿y por qué no un día del hombre?). Y en este camino de docencia que llevo transitando durante más de 20 años, he tenido el gran placer de tener referentes femeninos de gran calidad profesional, y sobre todo mucha humanidad y capacidad empática .Estoy segura que no hace falta un 8 de marzo para recordarnos, para homenajearnos y, es más, para recordarle a la sociedad cuál es nuestro rol como mujer. Existen ONG que están en un incesante bregar por los derechos de algunas mujeres que, aunque nos parezca increíble, aún son vulnerados. Y lo que más me preocupa es el colectivo infantil de niñas, de las cuales el 54 % en edad escolar están fuera del sistema educativo. Aún no se logra la igualdad de género en educación.

Entreculturas expresa “Los obstáculos más relevantes son la pobreza, las prácticas sociales discriminatorias, la lejanía de los centros escolares para las personas que viven en zonas rurales, los matrimonios precoces, la falta de instalaciones sanitarias adecuadas que hace que las mujeres y las niñas sean más vulnerables a la violencia, o vivir en entornos escolares peligrosos por conflictos armados. La mayoría de las niñas que no van al colegio viven en África Subsahariana. En Burkina Faso, por ejemplo, sólo el 27% de las niñas que viven en zonas rurales va al colegio. La educación de las niñas y las mujeres es un derecho irrenunciable, una cuestión de justicia. Sin educación se ven privadas de ser ciudadanas con voz en su sociedad. La educación de las niñas y las mujeres es un instrumento de transformación decisivo en el proceso de desarrollo. Educar a las niñas y a las mujeres tiene innumerables beneficios: por cada año de educación de la madre, su hija o hijo pasará 0,32 años más en la escuela; si todas las mujeres en los países de ingresos bajos y medianos completaran la enseñanza primaria, la tasa de mortalidad de sus hijos menores de 5 años se reduciría un 15%; si completaran la educación secundaria, se reduciría un 49%, lo que equivaldría a unos 2,8 millones de vidas salvadas; si todas las niñas completaran la enseñanza primaria en África Subsahariana y Asia Meridional y Occidental, la cantidad de niñas que estarían casadas al cumplir los 15 años se reduciría en un 14% y, con educación secundaria completa, se casarían un 64% menos de niñas”.

Es una noticia que apena pero es la realidad que existe aún en el mundo. Así es que, todo mi reconocimiento para aquellas niñas y mujeres que tanto les cuesta ser visibles, ser respetadas y tener voz y corazón para expresarse. Por todas esas luchadoras que no conocen otra forma de vida, y están condicionadas a decisiones ajenas a su voluntad y sentir. Y por las mujeres que me rodean, mi consideración y sobre todo mi deseo de animarlas para que en nuestro quehacer diario continuemos apostando por una mejor educación para todas nuestras niñas y, cómo no, de nuestros niños…