7 noviembre, 2015

“No hay nada más importante que una idea a la que le ha llegado su tiempo” Víctor Hugo (novelista romántico francés, 1802-1885).

En fin, quizás la idea del profesor como paradigma del cambio de modelo productivo ya está aquí… Aquello de que los alumnos pueden ser buenos o malos (por aquello de la clasificación más básica y peregrina), pero los profesores solo pueden ser buenos…. ¡Pues sí, solo puede ser así! ¡Ah! Lo dicho y redicho: hay que cambiar el sistema de selección de profesorado y de acceso a la función pública. Los informes internacionales de organizaciones no educativas claman al cielo con resultados y test continuos, conclusiones que aplauden o abuchean a unos países en detrimento de otros. Poner en el mismo saco países con una longeva tradición educativa frente a nosotros con 40 años y con gasto/inversión educativa en el PIB del país que es el doble o la mitad… En fin, pues puede ser una comparación odiosa pero, sí o sí, resulta pedagógica.

Educación hasta los 18 años llegará, garantizado… (hace años que lo he dejado por escrito) y salir con un título, no estar hasta los 18 años escolarizado, que eso es otra cosa… Salir con un Bachillerato hecho y Selectividad (o como se llame) como acceso a otras etapas educativas y/o un título de Formación Profesional de Grado Medio… La evidencia pasa porque aumenta la esperanza de vida (más o menos debido a la crisis), pero habrá más años de vida laboral para poder tener derecho a una pensión… Para vivir y sobrevivir en el intento con calidad, satisfacción y logros personales y profesionales para uno mismo y la sociedad en general, mejor hacer el viaje cargado con unas buenas alforjas de conocimiento y evitar quedar como un “ni-ni” sin rumbo ni esperanza, a merced de subsidios estatales u otras rémoras pasadas.

Una encuesta reciente confirmaba que el mejor maestro es el que tiene el título de doctor. Sí y no. Alguien que sabe mucho o es muy experto en una materia y ha desarrollado esa fortaleza investigadora por un tema, desde luego tiene interés por esa área, pero puede saber transmitirlo o no.

Creo que fundiendo deseos de alumnos (los básicos), padres, profesores y puestos a pedir, el decálogo de mandamientos que busquen el profesor ideal y fomenten lo anterior podría ser algo así:

1. Entusiasmo vital permanente y capacidad de contagiarlo.

2. Amor por los niños y/o jóvenes, demostración de aprecio y cariño perennes.

3. Vocación profesional y pasión por enseñar, explicar, tener paciencia, etc. Lo importante es conseguir que aprendan (encender la chispa), no enseñar.

4. Capacidad de escuchar, valorar y dar la opinión acertada.

5. Saber estar siempre y ser un modelo a seguir.

6. Dar alas a todos los alumnos para que superen al docente. Motivar e innovar, ser un motor de sueños y ser emprendedor.

7. Someterse a la evaluación continua e individual, con diferentes indicadores: evaluación anónima por parte de su alumnado, padres de sus alumnos y compañeros, resultados académicos (notas), ampliación de méritos, etc.

8. Premiar al profesorado (individualmente y de forma muy patente, no por centro) que busca la excelencia quitando topes en los puntos de los concursos de traslados con la finalidad de fomentar la actualización con nuevos méritos académicos, publicaciones, cursos (de todo tipo, no exclusivamente los mediocres e inútiles cursillos impartidos en centros de profesores por “docentes” que apenas han tenido contacto con estudiantes), etc. En cinco años cambia el profesorado y el prestigio de la profesión.

9. Premiar al profesorado de forma económica y muy, muy notoria (plus de excelencia, de “profe guay” o como se llame…) para promover la calidad, frente a la mediocridad o la negligencia y el tedio. En cinco años cambia el profesorado y el prestigio de la profesión.

10. Evitar el compañerismo mal entendido y cubrir al profesor “malo/indolente/que se hace el loco” para que no sea tutor, jefe de departamento, encargado de cualquier área extra, cualquier cargo, etc. Dar un ultimátum (un curso académico) para fomentar un cambio, facilitar la reconversión o la salida del gremio. En cinco años cambia el profesorado y el prestigio de la profesión.

Todo esto es para docentes que están en un aula hoy. Y para los futuros, además de lo anterior, si ven que en cinco años se mejora de forma evidente la profesión, subir nota de corte para el acceso a la carrera universitaria de magisterio, planes de formación reales y eficientes para los alumnos del siglo XXI e impartidos por profesorado de Educación Infantil, Primaria o Secundaria que, alguna vez en su vida, haya dado clase en un aula con bebés, niños o adolescentes.

Un detalle de ciertas sinrazones actuales. No puedo entender como en un centro de formación para profesores se pueden ofrecer cursos para “intentar tratar bien a los alumnos de Educación Secundaria”. He aquí una muestra de por dónde estamos. Y sí, comulgo con los principios del profesor José Antonio Marina sobre incentivos económicos y profesionales como uno de los motores del cambio de mentalidad del profesorado: “el buen maestro no puede cobrar lo mismo que el malo”.

La viñeta es de Andreu Faro, el genial dibujante. Más viñetas para sonreir y reflexionar en www.e-faro.info