16 enero, 2016

Es el trabajo exigido a la fuerza lo que cansa, pero si uno puede asimilar el trabajo espiritualmente, es decir, el trabajo que de alguna manera satisface el espíritu, entonces se convierte en un juego y uno se siente fuerte, feliz y más descansado” (María Montessori).

Ésta es la cita con la que finaliza un estupendo reportaje lineal “Imagine Elephants: Una experiencia sobre el juego y la infancia” donde se aborda la importancia del juego espontáneo a través de las reflexiones de expertos reconocidos en distintos campos como Francesco Tonucci, Carlos González, André Stern, Jordi Mateu, Mar Romera, entre otros. Este Proyecto se dio a conocer en mayo de 2015 con motivo del Día Internacional del Juego.

Hace días un compañero me hablaba de él y después de verlo, sé que ha merecido la pena porque las reflexiones que aparecen además de ser muy interesante son totalmente ciertas y necesarias para replantearnos qué papel estamos concediendo los adultos (padres, educadores, ..) al juego espontáneo en la actualidad.

A medida que profundizaba en este reportaje iban llegando a mi mente los recuerdos de mi infancia. Una infancia en un pueblo en el que dedicábamos muchas horas a jugar libremente en la calle, a correr, saltar a la comba, al pilla pilla, con las muñecas a ser mamás y papás, con las chapas y a otros muchos juegos . Eran unos juegos muy intensos en los que creíamos ser piratas, princesas, aventureros y aventureras … por un tiempo. Seguro que cada uno de nosotros guardamos en nuestra memoria esos  recuerdos y experiencias que nos han ayudado a crecer sanos y felices. Era un tiempo en el que existía un juego libre de verdad, un juego alejado del control o supervisión del adulto, un juego que desarrollaba nuestra imaginación y creatividad en una época en la que no existían pantallas (si televisión pero la veíamos durante muy poquito tiempo porque era más divertido jugar en la calle con amigos y amigas que estar encerrados) ni juguetes tan sofisticados como los que hay en la actualidad. Una época en la que había tiempo para todo.

La realidad de los niños y niñas de hoy es bien diferente. Y su día a día transcurre en una jornada estresante sometida a una serie de rutinas y obligaciones controladas en todo momento por un adulto. Muchos niños cuando se levantan van ya muy temprano a madrugadores, después empiezan una larga jornada oficial de estudio, comedor y actividades dirigidas para ocupar ese tiempo de comedor. Y por si esto fuera poco, cuando finalizan el tiempo escolar aún tienen que acudir a actividades extraescolares de música, deporte, idiomas, etc. para llegar a casa donde les esperan las tareas escolares. Y en todo este tiempo ¿han podido jugar? Seguro que muy poco. Pero en la sociedad del momento, la vida competitiva empieza demasiado pronto y para prepararlos,  padres y educadores pensamos que ésta es la mejor forma de hacerlo. Posiblemente nos estemos equivocando porque la mirada del adulto sobre la importancia del juego espontáneo es muy pobre.

Me gustaría profundizar en una serie de reflexiones muy interesantes que aparecen a lo largo del reportaje “Imagine Elephants: Una experiencia sobre el juego y la infancia”. La Convención de Derechos del Niño en su artículo 28 exige Derecho a la Instrucción y en el artículo 31, se prevé que los “niños tienen derecho a jugar”. Por tanto, como afirma Francesco Tonucci, no olvidemos nunca que los niños tienen derecho a la educación y al juego.

La infancia ha perdido su propia dignidad. Hemos obligado a que la pierdan. Pero ¿por qué ha ocurrido esto? El juego ha cambiado totalmente, el tipo de vida, la falta de espacios y tiempos y de jugadores para el juego. También la realidad de las familias, la conciliación de la vida familiar y laboral, su falta de tiempo (en ocasiones, puede ser también una excusa porque es más cómodo que sean otros quienes eduquen). Todo ello conduce a que la mayor parte del día a día de un niño esté bajo el control de un adulto en distintas actividades. Pero no debemos olvidar que para que un juego sea juego debe arrancar desde dentro y en él, el niño debe ser el protagonista. Solemos confundir juego con diversión pero esta última ocurre de fuera hacia dentro y en ella el niño se limita a ser espectador pero no protagonista. En un verdadero juego, existe una conexión emocional porque viene desde muy dentro, un auténtico placer y por tanto aunque el esfuerzo sea grande, no se abandonará nunca. Sin embargo cuando ese juego viene impuesto desde fuera, es mucho más fácil que se abandone. Cuando el proyecto invita a jugar de esta manera, el niño aprenderá porque el juego responde a sus necesidades reales.

¿Cuánto aprende un niño jugando? Carlos González, pediatra, responde que nadie lo sabe ni incluso el propio niño. Pero los que sí sabemos es que los aprendizajes más importantes se producen en edades tempranas. “En el momento en el que hemos sabido la importancia del juego es cuando hemos destrozado el juego. Hemos puesto normas, expertos, monitores, entrenadores, tiempos y obligaciones”. Sin embargo hace años, cuando no se conocía su importancia, se dejaba que los niños jugaran libremente.

Las actividades extraescolares no son juego sino que se han convertido en otras escuelas donde se dirige ese juego. “Hoy para un niño es muy fácil estudiar fútbol pero no jugar a la pelota” (Tonucci). Esta reflexión me parece muy interesante y cierta.

¿Qué papel tiene el juego en la educación formal? Sabemos que es en la primera etapa de infantil cuando el juego tiene o debiera tener un papel relevante pero a medida que avanzan las etapas educativas desparece (primaria y secundaria). Las políticas educativas deben ser conscientes de que los niños aprenden valores y normas a través del juego y también aprenden de sus errores en el juego. Pero cuando el juego se regula demasiado, entonces deja de ser juego. Es muy importante dejar al niño tiempo para jugar dónde y cómo quiera.

¿Responden los juguetes actuales a las necesidades de los niños? En este documental se defiende que más que a los intereses de los niños, los juguetes responden a una necesidad del mercado. Pero cuando un juguete se convierte en una mercancía, en una necesidad de poseerlo porque si no un niño no puede ser feliz, se confunde por completo el papel del juguete. Los juguetes son buenos cuando potencian el juego y se adaptan a las capacidades que tiene que desarrollar el niño en cada momento. De esta forma se convierten en un instrumento privilegiado para el desarrollo de la imaginación y la creatividad. Los juguetes educativos o educativos no son juguetes porque dejan de tener en cuenta las preferencias de los jugadores.

Tecnología y juguetes. La tecnología ha cortado la edad del juego tradicional porque los niños sustituyen cada vez más pronto este último por tabletas, ordenadores, videoconsolas, teléfonos inteligentes, televisión, etc. Entramos así en un círculo demasiado peligroso para niños y jóvenes. La Academia Americana de Pediatría recomienda que los niños no estén expuestos a pantallas hasta los tres años porque puede interferir en el desarrollo de su capacidad visual. Además otro aspecto a tener en cuenta es que este tipo de juegos generan tensión porque todo viene construido desde fuera y roban la atención por el juego porque el poder de la imagen y lo auditivo genera además dependencia. Otra forma de abordar todos los juegos relacionados con pantallas, sería estar a su lado para hacerle reflexionar sobre ¿Por qué hace esto este personaje?, ¿Por qué ha respondido de esta forma determinado personaje? O ¿qué crees que se puede hacer ahora y por qué?. Sólo así estamos ofreciendo a niños y jóvenes la posibilidad de desarrollar la capacidad crítica para analizar toda la información recibida a través de las pantallas además de potenciar la capacidad de responder a distintas situaciones planteadas. Es entonces, cuando los videojuegos se convertirán así en un instrumento educativo que permita reflexionar y en una herramienta para que niños y jóvenes se conviertan en personas autónomas.

Considero que es importante tener bien presentes todas estas reflexiones.

Join the discussion 5 Comments

  • Anónimo dice:

    Rosa, me ha encantado tu artículo sobre el juego. Yo también recuerdo cuando era pequeña y podíamos salir a la calle a jugar después de las clases…muy diferente a la actualidad.

  • Anónimo dice:

    Me encanta el artículo! Ojalá no se pierda nunca la esencia del juego en educación, y en esa labor estamos muy implicados l@s docentes.

  • Anónimo dice:

    Enhorabuena por el artículo Rosa, y por recordarnos la importancia del juego en la educación…

  • Anónimo dice:

    Me alegro que te haya gustado Elena. Me encantó el reportaje cuando lo vi y es bueno compartir cosas tan interesantes. En relación a “Aulas Felices”, si quieres puedes unirte al grupo en red de Psicología Positiva y Mindfullness.

  • Anónimo dice:

    EL VERANO “TIEMPO DE JUGAR”.
    ¿No será que hemos olvidado la importancia del juego? Éste no debería ser considerado una actividad secundaria.
    Juega jugando con el color, con la forma, con la luz, con las sombras, con el espacio, con el sonido, con las palabras, con el silencio, con el gusto, con los olores…
    En todas partes hay un campo de juego:D.

    Saludos, Rosa.