18 enero, 2016

Luz, “agente físico que hace visibles los objetos”, y también “modelo, persona o cosa capaz de ilusrtrar y guiar”. Aprender es “adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia”. Y la suma de ambas es Luces para aprender, un proyecto liderado por la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), que lleva energía solar y acceso a internet a más de 66.000 escuelas en Iberoamérica, la mayor parte de ellas situadas en zonas rurales y de difícil acceso. ¿Quién es el “primer mundo” y el “tercer mundo” en ganas y energía?

 

La iniciativa Luces para aprender surge en el marco de las Metas Educativas 2021 y “pretende abordar retos no resueltos en la región iberoamericana como el acceso a una educación pública de calidad que ofrezca mejores oportunidades a las niñas y niños y les permita hacer frente a la pobreza y la desigualdad”. La OEI, “consciente de esa situación y teniendo en cuenta que la calidad educativa es una de las cuestiones más importantes para alcanzar un equilibrio social entre ciudadanos”, propuso un proyecto que mejorará la educación de todos aquellos niños y niñas que no pueden acceder a una educación digna por falta de recursos. Con Luces para aprender se “quiere reducir la brecha digital y poner fin al aislamiento de las comunidades rurales, que históricamente han quedado rezagadas de los avances tecnológicos, facilitando su acceso a las tecnologías de la comunicación, con el fin de favorecer su desarrollo educativo, económico, social y cultural. Abre asimismo una puerta a los procesos de participación comunitaria, situando a la escuela como lugar de encuentro y de ocio de la comunidad”.

 

Y para hacer visible esta ambiciosa iniciativa, el director de cine Javier Fesser ha rodado un cortometraje titulado Bienvenidos (2014). En una idea brillante que ha sido seleccionada en 79 festivales y muestras de cine y ha sido galardonada con 35 premios nacionales e internacionales, Fesser sumerge al espectador en un emotivo, ingenioso y cómico viaje que lleva luz y una manera de hacer a un territorio virgen de artilugios tecnológicos frente a la mirada inocente y tierna de un grupo de niños del Perú rural. En 27 minutos de duración, el espectador viaja a una escuela perdida en el corazón de los Andes peruanos donde llega una asombrosa novedad que revoluciona la vida de toda la comunidad: la conexión a internet.

 

Si tenéis la opción de verlo solos, en grupo, en familia, en clase, emocionaros y sonreíd con este cortometraje sobre el mundo educativo pero, sobre todo, para descubrir la inocencia, la ilusión y la motivación de Gisela, Alidel y Anni, tras 3 horas diarias de camino de ida y otras 3 de vuelta entre casa y la escuela. ¿Quién es el “primer mundo” y el “tercer mundo” en ganas y energía?

 

Una noticia sobre el cortometraje para abrir boca (duración 6 minutos), se puede pinchar en este enlace

 

Otra crónica con entrevista-explicación de Javier Fesser (duración 2 minutos), la encuentras en este enlace

 

Para el corto completo, contactar con Yaq Distribución.  

 

Para sumarse al reto educativo, compartirlo en aula… toda la información se encuentra en la página web del proyecto.