28 abril, 2016

La raíz etimógica del concepto de educación procede del término latino “educare” que significa “formar” o “instruir” e implica “extraer”, sacar algo de dentro del Hombre.

Pero no se trata sólo de educar, formar o instruir  sino que la educación debe socializar, debe ir de dentro hacia fuera y no al revés; no se trata de introducir los conocimientos al niño o niña sino de potencializar y ayudar a que el niño, niña aflore, descubra sus conocimientos. La educación debe ser experiencial y basada en el contexto.

Uno de los fines de la Educación según la UNESCO es mejorar la calidad de la Educación en todos sus aspectos, a fin de crear las condiciones para que las personas puedan lograr la excelencia. Y sólo cada alumno y alumna puede llegar a dicha excelencia si en su contexto educativo se dan las condiciones adecuadas para ello.

Me parece importante también la reflexión que nos planteaba Federico Mayor Zaragoza  en Encuentro de Acción Magistral, debemos pasar de una sociedad del tener a una sociedad del ser y este papel compete a la familia y a las instituciones educativas.

Sabemos también que la escuela puede y debe ser un agente de transformación social y un medio para mejorar el mundo.

Para lograr estos importantes retos es preciso que en los centros educativos trabajemos de una determinada manera. Después de mi experiencia personal en un centro educativo en un contexto muy desfavorecido y en riesgo de exclusión social, y después de vivir su proceso  transformación a través de un Proyecto Global de centro, considero que hay unas claves muy importantes que pueden ser  extrapolables a otros contextos educativos y realidades sociales diferentes.

El Proyecto  Global de mi centro “ENTRE TODOS” pretende ofrecer una respuesta educativa a un barrio con graves carencias sociales, culturales y económicas, etc. en la ciudad de Zaragoza (60% del alumnado es de etnia gitana, el 35% inmigrante y el 5% de otros grupos con déficits socio culturales). El problema de partida del CEIP “Ramiro Soláns” se definía con los siguientes rasgos: un muy elevado índice de absentismo, problemas graves de convivencia, disrupciones frecuentes en el aula, desfases curriculares superiores a dos cursos escolares en la mayoría del alumnado, escasa valoración del papel de la escuela como factor de promoción social y cultural, mínima relación del centro con las familias y con el barrio y pocas expectativas de futuro para el personal del centro.

Ante una realidad tan extrema y compleja, durante el curso 2001-2002, un grupo de profesores,  después de una etapa de reflexión y formación, decidimos diseñar estrategias de superación de la situación límite en la que nos encontrábamos, encaminándolo hacia el objetivo de ofrecer una educación de calidad en una “escuela de éxito”.

En la actualidad hemos conseguido crear una organización eficaz, con objetivos que responden a las necesidades reales del alumnado, y hemos logrado que la comunidad educativa asuma una visión compartida de las finalidades del centro además de  un compromiso con el aprendizaje organizativo. El desarrollo del proyecto “ENTRE TODOS” ha abierto expectativas de futuro a las familias que les motivaran para el acceso e integración de sus miembros en la sociedad. Igualmente se ha conseguido la transformación progresiva de un centro marginal y muy poco valorado, en otro que ofrece una educación de calidad y que es valorado muy  positivamente por alumnos y familias. Y todo ello porque se ha generalizado  entre el profesorado la convicción de que todas los alumnos, independientemente de su origen y procedencia, posee capacidad de aprender; que la escuela debe ser un agente de transformación personal y social, e igualmente se ha generalizado la convicción de que los profesores deben ofrecer una educación de calidad que permita desarrollar al máximo todas las potencialidades de los alumnos (este vídeo recoge las principales señas de identidad del centro).

En base a esta experiencia personal, considero relevantes una serie claves para que la educación se transforme en un proceso intencional que pretende el perfeccionamiento del individuo como persona para su inserción en el mundo cultural y social:

.- El  liderazgo compartido que permite sacar a la luz las potencialidades de cada uno de los miembros del claustro, con una confianza subyacente en sí mismo y un acentuado sentido del compromiso ético, que transforma el talento individual en colectivo,  practica la escucha activa, la empatía y la asertividad y mantiene una actitud abierta ante sugerencias y críticas.

.- La constitución de equipos docentes implicados, comprometidos, reflexivos, autocríticos, innovadores, acompañado todo ello de un optimismo pedagógico que invita a creer que es posible educar y sacar a la luz lo mejor de cada alumno, incluso en las condiciones sociales más adversas.

.- El equilibrio entre el rol académico y el rol personalizador/socializador para lograr que aflore al exterior lo mejor de cada niño, niña. Por ello la práctica de la inteligencia emocional debe estar presente en el día a día de un centro y en los distintos programas que se implementan porque sólo así podremos ayudar a que nuestro alumnado crezca sano emocionalmente.

.- La educación en valores debe estar impregnando los Proyectos Educativos del centro y la práctica docente de cada uno de los miembros del claustro.  Valores como el respeto, la ayuda y colaboración, la responsabilidad individual y colectiva, la generosidad, la gratitud, etc.

.- La implicación y la participación activa y democrática de todos los ámbitos de la comunidad educativa, y en especial de las familias. Aprender a convivir requiere de una acción integrada, planificada y evaluable, que regule los aspectos organizativos y funcionales de las escuelas y el desarrollo de una cultura democrática y de paz. Sólo la acción compartida de los miembros de la comunidad educativa, coherente y planificada permite la creación de un clima convivencial positivo. Deben ser  los propios miembros  de esa comunidad quienes,  a través de unos cauces de participación reales y efectivos, participen, reflexionen y planteen propuestas de mejora  eficaces y adaptadas a la realidad. La participación debe constituir un pilar básico  de los centros porque para ser una escuela democrática en su esencia es necesario enseñar a participar. La democracia se debe enseñar y practicar.

.- Modelo  integrado  de convivencia  por el cual se interviene, no sólo ni principalmente reaccionando ante los problemas, sino actuando de forma preventiva, adoptando un enfoque global y proactivo de la convivencia, para mejorar el clima de convivencia del centro y para mejorar también las relaciones interpersonales.

.- Escuela  que entiende la diferencia no como un problema, sino como un valor a integrar en el repertorio de valores que promueve el centro, para enriquecimiento moral y educativo del grupo y de cada uno de los miembros de la comunidad educativa, Enseña a valorar las diferencias y las pluralidades de los distintos grupos humanos desde el respeto y el interés y permite que todos los usuarios de los servicios educativos que la escuela dispensa puedan adquirir un patrimonio cultural que sostenga y dé contenido a su derecho a una vida digna.

.- La felicidad se puede y se debe  enseñar  constituyendo una meta del Proyecto de   centro. Se debe potenciar los aprendizajes y elevar los niveles de felicidad autopercibida en los alumnos, promoviendo su desarrollo personal y social, mediante la creación de un clima escolar armónico para esos alumnos, sus profesores y sus familias; según los desarrollos prescriptivos de la Psicología Positiva.

.- La tecnología. Vivimos en una sociedad tremendamente tecnologizada, y  no hay marcha atrás. El uso de las  tecnologías debe estar perfectamente integrado en el mundo educativo y por tanto, los docentes debemos adaptarnos a este entorno diferente o de lo contrario, estaremos desaprovechando la oportunidad de fomentar la competencia digital en nuestro alumnado, tan necesaria para su futuro profesional pero también personal. Pero debemos humanizar el uso de la tecnología. Humanismo y tecnología pueden y deben caminar en perfecta armonía porque estas competencias digitales deben estar acompañadas, y al mismo nivel de importancia, de competencias sociales (Trabajo en equipo, Intercambio y comunicación,  reflexionar sobre los conflictos y su resolución, etc.) y de  formación en valores

.- La innovación. Los metódos a utilizar deben ser acordes a la sociedad del momento y por ello la innovación en metodología, en organización del aula, en recursos a utilizar,  debe constituir una obligación para los docentes.

.- El trabajo de grupo colaborativo es un ingrediente esencial en todas las actividades de enseñanza aprendizaje. Podemos afirmar que todos los proyectos que utilizan métodos o técnicas de enseñanza y aprendizaje innovadoras incorporan esta forma de trabajo como experiencia en la que el sujeto que aprende se forma como persona.

.- Cultura de autoevaluación permanente de la práctica docente a través del desarrollo de un espíritu crítico que permite debatir y reflexionar fructíferamente, y plantear permanentemente propuestas de mejora.

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