10 marzo, 2013

Cada día en la escuela dedicamos un tiempo a charlar, hablamos de esto y de aquello, cada uno aporta su visión del mundo o algo valioso que desee compartir con los demás, cuando la conversación se extingue leemos un fragmento de un libro, suele ser un libro de “mayores” de los que aún no somos capaces de leer solos, últimamente estamos con un libro que era de Navidad pero que nos gusta y vamos paladeando poco a poco, se titula “Detrás las ventanas encantadas” es una historia de Cornelia Funke en la que una niña humana viaja a un mundo mágico en un calendario de Adviento, allí conoce un mundo distinto al suyo donde gobierna un rey la mar de estrafalario.

Alguien en la alfombra, ese lugar mágico en nuestra clase en la que se resuelven grandes misterios del mundo dijo: “pues ese rey se parece a mi abuelo”, aquí el maestro que las pilla al vuelo … cogió el hilo, la pregunta fue inmediata ¿y cómo es tu abuelo?

Estuvimos un rato largo hablando de pelos blancos, de gafas con grandes cristales y de otras características, que a nuestro juicio, reúnen los abuelos, y algunas de las abuelas.

El tema me parecía tan interesante que quise ir un poco más allá, ¿qué visión tienen los niños del cambio? ¿Qué es crecer para ellos? ¿Cómo asumen los cambios que se viven cuando crecemos?

Todos crecemos, aunque muchas veces nos cueste, sobre todo cuando eres pequeño y comienzas a vislumbrar las obligaciones y cargas que ser mayor traen consigo.

El proceso de crecimiento nos da oportunidades de aprender, puede ser de manera más o menos consciente pero lo hacemos siempre, nos adaptamos al cambio y vamos asimilando y creando nuevo conocimiento, quienes hayáis leído a Piaget veréis que no invento nada nuevo, dedicad un instante a pensar en cómo habéis integrado, por ejemplo, toda la tecnología que llena nuestras casas en estos momentos, ¿habéis realizado un aprendizaje?¿Lo habéis acomodado y asimilado? ¿Utilizáis la tecnología de manera natural?

Cuando somos niños aprendemos todo el tiempo, estamos ansiosos por hacerlo y nos sorprendemos, intentamos alcanzar metas reales o imaginarias, creemos sin percibir que lo hacemos, todo sucede con una aparente falta de esfuerzo. Los años van poniendo en nuestro camino dificultades y decepciones que superamos con tenacidad y esfuerzo.

Fuente de la imagen: www.vejezyvida.com

Permitidme volver a los abuelos que fue la inquietud que nos movió el otro día en la escuela, crecemos, cambiamos, evolucionamos y envejecemos, pero ¿aprendemos a envejecer? ¿Aprendemos a cuidar de los que envejecen con nosotros? ¿Preparamos a los niños y a las niñas para los cambios o los protegemos contra toda incertidumbre? ¿Cómo asumimos los cambios y las adversidades que nos vienen impuestas?

La alimentación, el sueño, el estado de ánimo cambia, nuestro cuerpo no es el mismo con un año, con diez años, con cuarenta o con ochenta años, anticipar es la clave, nuestras emociones y sentimientos no son los mismos, es fundamental que los niños sean capaces de de comprender porque su cuerpo cambia, se transforma, unos los harán antes otros más tarde, pero todos lo harán.

El cambio es continuo y también afecta a los papás y los abuelos, y estos cambios tienen consecuencias que a simple vista nuestros niños no siempre pueden comprender, ¿por qué el abuelo es tan gruñón? ¿Por que la abuela no quiere jugar a leones?

En muchas ocasiones los adultos olvidamos que los niños viven en un mundo “diferente”, ellos son el centro de su mundo, más tarde serán ellos y sus amigos, posteriormente ellos y sus recién estrenados amores, los demás, padres, abuelos, maestros, … formamos parte de “su” mundo.

Asumir la enfermedad o limitaciones de un familiar al que queremos no es fácil, si nos falta información el proceso será más complejo y sobre todo más doloroso si la enfermedad entra por medio, acercarnos y comunicarnos nos ayudará a comprender y respetar, generar un clima de empatia hará que todo fluya de manera más sencilla.

Tenemos la opción de mirar para otro lado, evitar la realidad, adoptar una postura de evitación, solo será una huida hacia adelante que nos llevará más pronto que tarde a un callejón sin salida ¿qué haremos entonces?

El paso del tiempo es inexorable, depende de nosotros que su paso sea más amable, debemos aprender una lección fundamental con nuestros niños y niñas, los más viejos cuidan de los más jóvenes mientras no se valen por si mismos, para que cuando los más viejos necesiten su ayuda sean los más jóvenes los que cuiden de ellos; con el paso de los años ellos también se convertirán en quienes volverán a ser cuidados, su viaje vital les habrá llevado de unos felices niños que descubren el mundo a unos maravillosos abuelos que pueden contar como ese mundo y sus fantásticos secretos, somos principio y fin en un continuo bucle de afectos y cuidados, ¡feliz semana!

Abuelos pintando sobre un árbol. Quentin Blake Ilustración Quentin Blake en Club Kirico

P.D.: Os dejo algunas referencias de libros y cuentos para acercarnos con vuestros niños y niñas al tiempo de la vejez, son diferentes miradas, las recopilo el Club Kirico en 2011, merece la pena que nuestra biblioteca tenga algunos de estos títulos.

[Abuelos y abuelas de cuento]