20 octubre, 2013

Hoy en día, bastantes centros utilizamos tabletas en las clases, eliminando los libros de texto y trabajando la mayor parte del contenido mediante plataformas digitales. Y la verdad es que se abre todo un mundo de posibilidades para la educación, ya que la gran variedad de contenido, así como la forma en que es presentado, ofrece al docente la posibilidad de individualizar la enseñanza y motivar especialmente al alumnado.

 

Sin embargo, el uso de estas herramientas también lleva pareja la necesidad de concienciar a nuestros estudiantes sobre el adecuado uso de las mismas. Ya no tenemos delante un libro, tenemos una ventana donde es posible conectarse a Internet, jugar en línea, grabar vídeo y hacer fotografías. Y no nos engañemos, cuando un estudiante de secundaria ve una tableta, no sólo sabe que existen estas posibilidades, piensa que son los principales alicientes de estas máquinas. Revertir esa imagen para convertirlas en herramientas para el aprendizaje y el conocimiento no siempre es fácil. A la mayor parte del alumnado le estaremos descubriendo una nueva dimensión de estos aparatos, cuando para muchos de ellos tienen, principalmente, una función lúdica.

Los principales problemas de convivencia que suelen ocasionar estas herramientas se producen cuando no se establecen claramente unas normas, o cuando no se integran unas limitaciones técnicas que, al menos al principio, son necesarias. La distracción, la consulta constante de las redes sociales, o la posibilidad de jugar en línea de forma discreta, pueden eliminarse fácilmente limitando el acceso a la red. El docente no tiene tiempo, cuando hay una gran cantidad de alumnos, de revisar de forma continuada lo que están haciendo los estudiantes con las tabletas, pero si puede marcar unas limitaciones, con las posibilidades técnicas que ofrecen, para que el alumnado las utilice de forma adecuada. Estas actuaciones se pueden llevar a cabo de forma general, ya que dependen de la conexión wifi, pero hay otros puntos que presentan más dificultades. Todas las aplicaciones que tenemos instaladas de fábrica con el sistema operativo pueden dar lugar a dinámicas interesantes, pero también peligrosas, especialmente las relacionadas con la posibilidad de realizar fotografías y grabar vídeo. En muchas tabletas esta posibilidad no puede eliminarse, y algunos centros, al depender de una misma cuenta, incluso sincronizan las imágenes de los diferentes dispositivos. Esta es una cuestión en la que el docente tendrá que estar especialmente atento, para evitar no sólo problemas con los estudiantes, sino también que se distraigan utilizando estas aplicaciones en lugar de trabajar en clase.

 

El hecho de que, en muchas ocasiones, se produzcan también cortes en la conexión a Internet, conflictos con las IPs, o variaciones en los contenidos a los que acceden los estudiantes dependiendo del sistema operativo que poseen, contribuyen todavía más a generar una sensación de desorden, totalmente negativa para el clima en el aula.

 

Ahora bien, si comentando todos estos problemas, sigo recomendando el uso de tabletas en educación, evidentemente es por algo. Y no únicamente por las ventajas educativas, de las que hablaré después, sino porque creo, sinceramente, que enseñar a utilizar adecuadamente estas herramientas, y también empezar a trabajar una nueva ética y una nueva convivencia para el mundo digital, es esencial en la educación de nuestros estudiantes.

 

Creo que costará al principio, pero será de gran importancia para su futuro, ya que, en cualquier caso, todos y cada uno de ellos van a tener que trabajar utilizando la tecnología, y cuanto mejor aprendan a usarla, más posibilidades tendrán de disfrutar y aprender con ella. La creatividad es una gran aliada de las nuevas herramientas, y las posibilidades que nos ofrecen, tanto para el estudio, como para el trabajo y el desarrollo de la creatividad, es inmensa. Cualquier docente que haya comenzado a realizar dinámicas con tabletas sabrá las posibilidades que brindan para la atención a la diversidad, para el aprendizaje de idiomas, para el trabajo en música, en arte, en matemáticas. Incluso, con las aplicaciones integradas, podemos desarrollar dinámicas de escritura creativa, fomentar el análisis de textos en grupo y aumentar sus conocimientos a la vez que acrecentamos su motivación. Cada vez que las usamos descubrimos posibilidades nuevas y compartimos con nuestros estudiantes un mundo de variados recursos para disfrutar del aprendizaje. Estas posibilidades justifican con creces el esfuerzo que pueda suponernos introducirlas en las aulas. Es cierto que hay que hacerlo con prudencia, cuidando mucho los objetivos, y no perdiendo de vista que lo más importante es seguir considerándolas herramientas para la consecución del un fin: la mejora de nuestra metodología educativa.

 

Y así, cuando comencemos a notar que nuestros estudiantes están avanzando en su forma de aprender y en la creatividad que despliegan en las aulas, nos daremos cuenta también de la suerte que tenemos de vivir en una época donde la tecnología le está dando alas a la imaginación.